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octubre 16, 2024 6 lectura mínima
El ácido docosahexaenoico (DHA) es un omega‑3 de cadena larga clave para tu cerebro, tus ojos y tu corazón. Está presente en altas concentraciones en la corteza cerebral y la retina, forma parte de las membranas celulares y participa en procesos neuronales y visuales esenciales. En esta guía encontrarás, de forma clara y accionable, todo lo que debes saber sobre el DHA: qué es, para qué sirve, cómo obtenerlo (con o sin pescado), dosis, seguridad, embarazo y mucho más.
El DHA (ácido docosahexaenoico) es un ácido graso poliinsaturado omega‑3 de cadena larga. El organismo lo utiliza como componente estructural de las membranas neuronales y de los fotorreceptores de la retina. Aunque muchos lo asocian con el aceite de pescado, su origen primario es microalgal: los peces acumulan DHA al comer microalgas en la cadena trófica. Esto explica por qué los aceites de algas son una alternativa vegetal directa al DHA del pescado.
Idea clave: el DHA no es “una vitamina más”. Es un ladrillo estructural en tejidos que definen tu rendimiento mental y tu visión.
Tip práctico: si comes pescado, apégate a 2 porciones semanales de pescado graso y prioriza especies con bajo mercurio. Si no consumes pescado, un suplemento de aceite de algas con 200–400 mg de DHA por día suele ser una ruta directa para cubrir requerimientos.
Las recomendaciones más aceptadas para adultos sanos sugieren una ingesta de alrededor de 250 mg/día de EPA + DHA combinados a partir de la dieta y/o suplementos. En la práctica, esto se logra con:
Durante embarazo y lactancia, usualmente se recomienda añadir 100–200 mg extra de DHA/día además de la base de 250 mg de EPA+DHA para adultos (ver sección 9). Consulta a tu profesional de la salud para ajustar la dosis a tu contexto.
Para la gran mayoría de adultos sanos, ingestas combinadas de EPA+DHA de varios cientos de mg al día son bien toleradas. Dosis muy altas (gramos al día) pueden aumentar el tiempo de sangrado en personas con terapia anticoagulante o con condiciones específicas. Si tomas anticoagulantes/antiagregantes o tienes una cirugía programada, consulta con tu médico antes de subir dosis.
Ambos son omega‑3 de cadena larga, pero tienen énfasis fisiológicos distintos:
Muchos suplementos combinan DHA+EPA para cubrir ambos frentes. Si tu objetivo principal es cognición/visión, prioriza productos con buena fracción de DHA; si tu foco es triglicéridos, busca una fracción generosa de EPA.
Sí. El DHA es parte del desarrollo normal del cerebro y la visión en la infancia. Por eso existen fórmulas infantiles y suplementos masticables que lo incluyen. En población pediátrica, la seguridad y la dosis dependen de la edad y el contexto nutricional; lo ideal es guiarse por el pediatra, especialmente si el menor no consume pescado de forma habitual.
Una ingesta pobre de DHA puede asociarse con:
No existe un “síntoma único” que diagnostique deficiencia de DHA en población sana, pero mantener ingestas adecuadas (vía pescado, mariscos o suplementos) es una estrategia sencilla de prevención.
Sí. Aunque el DHA abunda en pescado, los aceites de algas son una fuente directa, vegana y sostenible de DHA, con biodisponibilidad comparable a la de comer salmón. Una pauta típica en adultos vegetarianos/veganos es ~250 mg/día de DHA a partir de aceite de algas, que eleva de forma efectiva los niveles sanguíneos del nutriente.
Nota: semillas y frutos secos aportan ALA (otro omega‑3 vegetal), pero la conversión de ALA a DHA en humanos es limitada. Si no consumes pescado, el aceite de algas es la forma más directa de asegurar DHA.
Durante la gestación, el feto “acumula” DHA para construir tejido cerebral y ocular. Por ello, guías de referencia recomiendan que las embarazadas ingieran la base de 250 mg/día de EPA+DHA y añadan 100–200 mg/día de DHA extra. En lactancia, mantener una ingesta adecuada ayuda a asegurar que la leche materna contenga suficientes omega‑3 de cadena larga.
Elección de fuentes durante el embarazo:
Con una comida que incluya grasa saludable (por ejemplo, desayuno o comida). Eso mejora la absorción.
No. Aporta calorías como cualquier grasa, pero en las dosis habituales de 200–500 mg/día el aporte calórico es mínimo. Su interés es funcional y estructural.
Sí. Es común combinarlo con EPA, vitamina D o multivitamínicos. Si usas anticoagulantes, consulta antes de subir dosis altas de omega‑3.
Todos pueden elevar tus niveles de DHA. En etiqueta verás formas como triglicéridos, éster etílico o fosfolípidos; todas funcionan, con diferencias pequeñas de biodisponibilidad. Si eres vegano, el aceite de algas es tu opción.
En sangre, los niveles de DHA suelen mejorar en 4–8 semanas de consumo constante. Los objetivos (cognitivos, visuales, triglicéridos) dependen de la dosis y del resto de tu dieta/estilo de vida.
El DHA es un omega‑3 estratégico para la salud cerebral, visual y cardiovascular a lo largo de la vida. Si no incluyes pescado graso con regularidad, considera una alternativa sencilla y eficaz: aceite de algas con 200–400 mg de DHA al día. En embarazo y lactancia, asegúrate de sumar el extra recomendado de DHA con la guía de tu profesional de la salud.
Apuesta por la consistencia: define tu fuente (pescado o suplemento), establece tu dosis objetivo y conviértelo en un hábito. Tu cerebro y tu corazón te lo agradecerán.